HISTORIAL

"Nunca me cogen desprevenido".

Collinn McKinley se inscribió en el Cuerpo de Marines a los 18 años y recibió varios reconocimientos en su chamarra de servicio por su enérgica rapidez mental, logrando ser Sargento Mayor a pesar de algunas infracciones menores en su expediente. Después de su tercer tour, dejó los Marines y entró a formar parte del Servicio Secreto en el destacamento de protección personal. La destreza de McKinley fue decisiva para salvar la vida del Secretario de Estado Baldwin cuando insurgentes atacaron al diplomático de los Estados Unidos en un viaje oficial. Baldwin más tarde ganó las presidenciales de los Estados Unidos y solicitó que McKinley fuera asignado a la División de Protección Presidencial. McKinley pasó más de una década en Washington, protegiendo a importantes figuras políticas. Es el mayor experto en el servicio de protección y, con el presidente Baldwin finalizando su segundo mandato, McKinley recibió un gran apoyo por su transición a Rainbow.

INFORME PSICOLÓGICO

Con el tiempo, he aprendido a leer entre líneas, y cuando se trata del agente, Collinn McKinley, "Warden", ahí es donde está la verdadera historia. Su papel como protector fue fácil de asumir, entre los encontronazos con su padre estricto y trabajador y el hecho de defender a sus hermanos en la escuela... pero donde quedó fuertemente arraigado fue durante sus tres viajes con los Marines.

La labor de McKinley con el Servicio Secreto se lee como una novela de espías/columna de chismes de Washington. Durante el ataque al entonces Secretario de Estado Baldwin, los atacantes utilizaron explosivos, granadas de humo y un intenso fuego cruzado para separar al personal de protección. McKinley se dio cuenta de que todas sus vías de evacuación se habían visto comprometidas y evacuó solamente a Baldwin. El incidente aclaró la razón detrás de las gafas especiales de McKinley, pero también se convirtió en un indicativo de su modus operandi... su actitud informal. Nunca se ha equivocado y me temo que confiará en el instinto hasta que finalmente le falle.

Su acceso al círculo íntimo de la Oficina del Presidente le convirtió en el más adecuado para tratar situaciones delicadas. Es lo bastante listo para llevar a la gente por el buen camino sin implicarse a sí mismo, y sospecho que sabe dónde hay enterrados unos cuantos cuerpos. McKinley ha cosechado bastantes favores políticos, además de una fama de mujeriego. El presidente Baldwin me dijo una vez que los devaneos de McKinley eclipsaban a los de algunos de las administraciones presidenciales, broma que a la Primera Dama no le hizo mucha gracia.

Sabe manipular; exagera su forma de hablar arrastrada de Kentucky cuando trata con los senadores republicanos, y hace el papel de caballero sureño con las mujeres. Me divertía ver su juego con mi personalidad... pero yo también juego a ese juego.

McKinley adora a sus equipos y trabaja bien con los demás, pero su conexión con el Despacho Oval le ha imbuido de cierto sentido de invulnerabilidad. McKinley se ha ganado muchos enemigos entre políticos, empresarios y grupos de presión. Es una enciclopedia andante de sus indecencias, y el presidente Baldwin ya no estará para protegerle más.

Es una suerte de enfoque no tradicional que necesitamos para mantener nuestras fuerzas armadas y el cumplimiento de la ley más ágiles y con más recursos quirúrgicos, alguien que entiende la coordinación a gran escala. Por desgracia, eso significa que le debo al presidente Baldwin un escocés de malta único de 25 años por recomendar a McKinley. Es insoportable cuando tiene razón.

-- Dr. Harishva Pandey