12.June.2021

Estirar el tiempo en «Les bords de mer», de Julien Doré

El éxito meteórico de Julien Dore tal vez empezara en 2007 tras ganar el concurso francés de talentos Nouvelle Star, pero el desarrollo de ese talento requiere toda una vida. Antes de su participación en el programa, Julien pulió su oficio durante la adolescencia y en varios grupos distintos. En esos años aprendió trucos compositivos que sorprenden y atraen al oyente hacia sus canciones. «Les bords de mer», que habla sobre la añoranza y la pérdida, demuestra cómo un pequeño cambio puede amplificar el impacto emocional de una canción.

El tema comienza con una progresión de acordes abiertos, Em – C – G. Antes de pasar a la secuencia C – Am – Em del estribillo, un compás de F# extiende de forma sorprendente la última frase de la estrofa. ¿Qué es ese acorde? Conviene repasar un poco de teoría y comenzar con la tonalidad de E menor, la base sonora de la canción. Si echamos un vistazo a los acordes que resultan funcionales, o que suenan bien en términos de teoría musical clásica, en esta tonalidad tenemos siete acordes que «funcionan»: Em, F#dim, G, Am, B, C y D#dim. F# no aparece en este patrón (en la práctica, F# suena muy diferente de F#dim). Entonces, ¿de dónde sale F# y por qué suena bien? Resumiendo, es lo que en la teoría se denomina una dominante secundaria. El quinto acorde de la tonalidad (B, en la tonalidad de Em) suena muy bien cuando resuelve en el primero (en este caso, Em). En vez de realizar este movimiento, Julien se aleja un paso más de la «base» y emplea el quinto acorde de la tonalidad de B. Por un momento, la canción cambia a B mayor y toma prestado F# de esa «tonalidad secundaria», para luego volver inmediatamente a la tonalidad de E menor, una vez pasado ese acorde. La progresión resultante engaña al oído para que escuche B, el quinto acorde de Em, como resolución. Al dar a ese acorde un compás adicional, se exagera aún más la ilusión.

Y entonces la canción da otro giro. En vez de regresar a Em, cambia a C con una cadencia de engaño. Este es otro movimiento común en la música clásica: se engaña al oído para que escuche algo que parece el acorde base, cuando en realidad se está resolviendo en un acorde distinto (de ahí lo de «engaño»). La combinación de la dominante secundaria y la cadencia de engaño justo detrás deja la progresión de acordes en una especie de limbo que nos impide escuchar Em de nuevo hasta la resolución del estribillo. Aunque la canción comience y termine en Em, no suena realmente a Em, y esa es precisamente la idea. En vez de utilizar la misma progresión de acordes que oímos en incontables canciones (¡lo que tampoco tiene nada de malo!), la extraña simetría de esta progresión logra que la canción parezca no estar totalmente resuelta, en consonancia con los temas de la letra: la añoranza y la pérdida.

No todas las canciones pop modernas siguen las reglas de una música escrita hace siglos, pero en este caso, esas etiquetas pueden ayudarnos a explicar por qué este tema tiene el sabor que tiene. Los giros armónicos que Julien incluyó en «Les bords de mer» salen directamente del manual de la armonía funcional. Al romper las expectativas armónicas de los oyentes, el compositor es capaz de llevarlos a un viaje emocional que resulta más intenso por ello. Si quieres escribir una canción con giros y cambios, prueba a utilizar estos trucos para sorprender a tus oyentes.

*Margaret Jones es multinstrumentista, compositora y profesora de música. Vive en Oakland (California). Toca la guitarra en varias bandas locales, incluido el proyecto con sus propias canciones M Jones and the Melee. También tiene un doctorado en Historia de la Música por la UC Berkeley y ha impartido clases en el San Francisco Conservatory of Music. *

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