Artículo 4
En este reportaje exclusivo, nuestros periodistas se unieron a un convoy militar para ver más de cerca a los hombres y mujeres que se juegan la vida para mantenernos a salvo. Se suponía que iba a ser un día más, pero la violencia acabó siendo la protagonista, con una encerrona que provocó la muerte de uno de los soldados.
Entrevista: Guillermo Barbès. Fotos: Pedro Coñado.
En Esperanza, nos subimos a bordo de un convoy militar que se dirige a Aguas Lindas. La misión de hoy va comandada por el capitán Ramírez, un veterano seguro de sí mismo que conoce bien la ruta, y a los soldados bajo su mando como la palma de su mano. El capitán comenta que iremos con él en el vehículo cabecero. Es una formación estándar; el camión que transporta los tan necesarios suministros médicos irá en el centro, con un camión blindado protegiendo la retaguardia.
Ramírez grita la orden y el convoy se lanza rugiente a la carretera. El horizonte de Esperanza, coronado por la bella Torre de León, se desvanece tras nosotros.
La experiencia de viajar en un convoy no se parece en nada a lo que esperábamos. Los coches hacen sonar el claxon, y los peatones nos saludan y vitorean al pasar. Pero entonces, todo cambia de repente. El convoy llega a un tramo pantanoso y el capitán ordena a todos que permanezcan alerta. Sospechan que esta sucia zona, infestada de cocodrilos, es uno de los escondites de "Libertad".
Dos hombres y una mujer aparecen junto a la carretera. Van cargados con botes de pintura, herramientas eléctricas y piezas de coche oxidadas. A ojos inexpertos parecen solo humildes yaranos en busca de algo de chatarra. Pero nuestro curtido capitán está bien entrenado. El convoy se detiene y Ramírez envía a un nuevo recluta a comprobar la situación. El soldado baja del camión, con el rifle preparado...
Y justo en ese momento se produce el caos. La mujer conecta una manguera a uno de los botes de pintura y lanza una terrorífica llamarada que envuelve al pobre soldado. El convoy se abre, acribillando a la mujer mientras sus dos compañeros huyen.
Dos personas muertas: un soldado yarano y una terrorista. Todo en apenas unos segundos.
No hay tiempo para lamentos: sigue habiendo una misión que cumplir. Mientras cargan el cuerpo del soldado junto a los suministros médicos, el capitán agita la cabeza; no es la primera vez que se enfrenta a este tipo de armas. Los terroristas convierten cualquier cosa en una herramienta de destrucción. Ha oído hablar de lanzadores de cohetes improvisados, de dispositivos PEM e incluso de extraños artilugios que lanzan discos compactos. ¿Y qué es lo que se interpone entre Yara y el caos de Libertad?
Hombres valientes como el capitán Ramírez y el joven soldado que perdió la vida defendiendo nuestra libertad.
Mientras atravesamos pequeños pueblos y enormes granjas, se escucha por la radio la voz del Presidente Castillo. Todos los soldados del convoy se callan. El Presidente se compromete a sí mismo y a toda la nación a llevar a cabo una vigilancia eterna. Declara que no tendrá piedad con aquellos que amenacen la paz. Sus palabras son el bálsamo perfecto para las almas atribuladas.
De alguna manera, este convoy se parece mucho a nuestra nación. Si nos mantenemos atentos y preparados para hacer sacrificios, alcanzaremos nuestro destino: Paraíso.