Creces luchando por que te escuchen, por sobrevivir, por tener una oportunidad. Todos llevamos máscaras. La diferencia es que la mía no se quita con la pintura. Mi mamá tenía diez hijos... eso son muchas bocas que alimentar y muchas manos que vigilar. Era fuerte, y nos hizo fuertes, pero estaba cansada, distraída, y a veces no necesitábamos meternos en líos. Mi abuela, sin embargo, podía ver a través de ti. Que el cielo te ayudara si intentabas mentirle, porque lo único que necesitaba era mirarte. Yo he mejorado mis habilidades de interrogatorio con los años, sí, pero las aprendí en las rodillas de mi abuela.
He pasado mucho tiempo sola, a mi aire. Tal vez te preguntes si mi familia es importante para mí, si me hicieron lo que soy. ¿Quién crees que me dio mi primer cuchillo?